La muerte es el límite de la vida: es el gran Otro. Un Otro contra el cual no hay posibilidad de hacer algo más que dejar su curso. Hacer nada, para una eternidad de quietud y silencio. Nadie, nada, nunca.
En la ciencia el vacío y la discontinuidad son repulsivos. El no saber aterra. Por eso todo es fundamentado, controlado y preservado: cuerpos muertos cuya degradación es interrumpida se mantienen impolutos y sujetos a la voluntad del científico indefinidamente. Todo está controlado. El control absoluto se obtiene recién con la muerte.
La carne muestra más de lo que representa. La verdad y el misterio de la muerte se revela ante nuestros ojos, pero aún sin poder ser descifrado. El dolor de existir, la angustia de desaparecer. La fragmentación del cuerpo que no tiene vuelta atrás.