La religión, o la necesidad de ella, sea cual sea su forma y método, es parte integral de la conducta humana; toda sociedad está compuesta de valores y formas de expresión en las que lo religioso juega un papel fundamental.
La relación del hombre con su dios y cómo se comporta ante él, mediante el rito y las festividades, construye las formas culturales de una sociedad. Así, nos encontramos con el culto habitual a la madre tierra en el noroeste argentino, o el modo de celebrar la muerte en las comunidades mexicanas.
El espacio de vínculo con el ser supremo se sintetiza en el rito, reconociendo el fervor y fe. En estas manifestaciones se encuentran escenas de alta expresividad y grandes declaraciones de fe, que pueden ser reconocidas aún fuera de su contexto. Los personajes que intervienen en las festividades y procesiones, casi sin intención alguna, se destacan y crean un contraste con el resto de las personas espectadoras.
Es mi deseo mostrar que aún en la diversidad de ritos y costumbres, la fe y el fervor están siempre presentes como elemento común y diferenciable, fundamentando la sociedad y confirmando la necesidad del hombre de creer.